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El Noroeste

Tucumàn, Salta y Jujuy

Salta
Estas provincias del Noroeste se distinguen por la presencia de numerosos pueblitos donde sobrevive una fuerte cultura y tradiciones.
En la zona de los Valles Calchaquíes viven descendientes de la cultura diaguita dedicados a la cría de animales, al cultivo y a la producción y venta de tejidos artesanales y cerámicas. El hilo que une el majestuoso paisaje de la montaña árida poblada de cactus del Parque Nacional Los Cardones, los poblados de Cachi, Molinos, Colomé, Seclantás, la Quebrada de la Flecha, los viñedos que anuncian el pueblo de Cafayate -por mencionar sólo algunos hitos de este camino- es sin duda la afabilidad de la gente del valle.
En la zona de la puna de Jujuy y Salta la cultura originaria fue la quechua-aymará, cuyos descendientes hoy se conocen como kollas. Viven en comunidades, luchan por la propiedad de la tierra, son agricultores, criadores de animales y artesanos. Sus tejidos de llama y oveja llenan de colores los pueblos de Humahuaca, Tilcara, Purmamarca, a lo largo de la Quebrada de Humahuaca, declarada patrimonio de la humanidad por la Unesco en julio de 2003. Durante todo el mes de febrero se desarrollan los festejos de carnaval.
La otra importante etnia que se encuentra en Salta son las comunidades Wichis. Los Wichis ocupan las periferias de pueblos como Los Blancos, Embarcación, Morillo o viven en el monte. Aún practican la recolección de frutos y miel del monte, cazan y pescan. Otros trabajan en obrajes madereros, en desmontes, o son cosecheros temporarios en campos ajenos. Tallan la madera del palo santo, tejen con fibras de chaguar. Su situación es paupérrima, de desnutrición y marginación.
Tucumán participa del sistema de los Valles Calchaquíes y en la zona de El Mollar y Tafi, esconde los vestigios de una cultura antiquísima que ha dejado unos testimonios en parte misteriosos en las piedras talladas que se encontraban en los valles alrededor de El Mollar y que hoy están reunido en uno espacio dedicado (Reserva arqueológica) en el medio del pueblo.

Red de Turismo Campesino, Valle Calchaquíes

Dedicamos este espacio a la presentación de la Red de Turismo campesino, una de las asociaciones pioneras en turismo comunitario en Argentina y los invitamos calurosamente a visitarlos.
“La Red de Turismo Campesino es un emprendimiento turístico gestado por un conjunto de familias del campo de la región Sur de los Valles Calchaquíes de la provincia de Salta, en el Noroeste de Argentina y más específicamente, entre los municipios de Angastaco, San Carlos, Animaná y Cafayate.
Las familias que hemos decidido abrir nuestras fincas y costumbres al turismo, nos dedicamos a la producción agropecuaria y artesanal en pequeña escala, conservando nuestra característica diversidad biológica y cultural tradicional. Nuestra producción está orientada según nuestros microclimas, al cultivo de la vid, pimiento, aromáticas, cebolla, tomate, trigo, forrajeras, frutales diversos como el durazno, la nuez, membrillo, manzana, pera y la cría de ovejas, cabras y ganado vacuno para el autoconsumo. También elaboramos quesos, dulces, conservas, masitas, vino casero, tejidos, bordados rústicos, cerámica, elementos en madera nativa y demás subproductos del campo dentro de los principios de buenas prácticas y el cuidado de nuestro ambiente natural.
La Red es nuestro propio emprendimiento turístico, pensado como una herramienta de generación de trabajo genuino local e ingresos dignos, complementarios a nuestra actividad productiva tradicional y por sobre todo, para decidir qué y cuánto turismo deseamos recibir en nuestras comunidades.
La Red de Turismo Campesino nos contiene y garantiza el trabajo, para nosotros una nueva actividad, apoyada en el fortalecimiento de nuestras comunidades y en la valoración de nuestra cultura, costumbres y paisajes. Destacando hacia dentro de nosotros y con los visitantes, los valores de amistad, honestidad y respeto.
Hemos construido la Red, con el acompañamiento técnico y financiero del Programa Social Agropecuario (PSA-PROINDER) de Salta, dependiente de la Secretaría de Agricultura (SAGPyA) de la Nación.

La comunidad de San José, Iruya

El paraje de San Juan se encuentra atrapado en la ladera de una montaña; donde el desarrollo ancestral de la agricultura en terrazas y la consolidación del terreno hacen posible el cultivo de lo estrictamente necesario para vivir, un paisaje de sueno, donde los chicos tocan a la flauta cuidando las cabras y las mulas en precipicios vertiginosos. Podemos acceder a este rincón de paraíso gracias a un hombre muy particular que nos acompaña: Luís Aguilar.
Luís se ha ganado la confianza de los lugareños, y han logrado construir sobre una de estas terrazas un modesto refugio. Poco a poco se han podido realizar pequeños, pero importantes, aportes a la dura vida del lugar. Una de las iniciativas que merece ser destacada es la construcción de una especie de acueducto para la extensión del sistema de riego de los pequeños campos, durante los meses de sequía. Este proyecto ha contado con el apoyo de una escuela del Gran Buenos Aires, donde se desempeña el hermano de Luís, Ricardo Aguilar, y ha dado lugar a una hermandad entre las dos comunidades. Jóvenes de Buenos Aires han viajado a San José para trabajar e integrarse con los pobladores; el material ha sido donado por varias empresas de Buenos Aires. Luís aprovecha casa oportunidad para contribuir con sus experiencias y recursos al bienestar de la comunidad, que ahora lo respeta y prácticamente lo ha adoptado.

La Asociación Tejedores de Molinos – Molinos, Valles Calchaquies

En las afueras del poblado de Molinos se encuentra la Cooperativa de artesanos tejedores que mantienen viva la antigua tradición del tejido a telar de ponchos, utilizando lana de oveja y vicuña, un camélido de la zona que produce una lana finísima y muy codiciada. La actividad de la Cooperativa está directamente vinculada a una experiencia de cría en cautiverio de vicuñas, un animal salvaje que raramente se aproxima a los humanos.
En el mismo edificio donde tiene su sede la Cooperativa, cuya arquitectura recuerda a los conventos por su patio interior, cuando las condiciones lo permiten se ofrece alojamiento a los turistas. Ya que en ocasiones no es posible permanecer por falta de agua. Pero el sólo hecho de conocer el lugar y escuchar la historia y los testimonios de los tejedores de telar, herederos de un oficio ancestral, es una experiencia recomendable. Los precios finales de los productos: ponchos, alfombras, etc. están fijados por los propios artesanos sin intermediarios, hecho que contribuye a la valorización de su trabajo y de sus tradiciones.
Jujuy

La Fundación Amautas de los Zazos, Amaicha del Valle

En la zona noroeste de la provincia de Tucumán, entre los montes de Quilmes y los valles Calchaquies se encuentra el poblado de Amaicha del Valle. Allí habitan los sobrevivientes de uno de los grupos más representativos de la cultura diaguita. Una de las particularidades de este grupo es que es el único que ha obtenido el reconocimiento de “comunidad indígena”, así como la restitución de sus tierras por parte de la Corona Española en 1716, hecho reconfirmado en 1753. En 1990 el gobierno de la provincia de Tucumán reconoce oficialmente la propiedad de la tierra por parte de esta comunidad. En esta zona, y más precisamente en el barrio de Los Zazos, a cuatro kilómetros de la plaza central de Amaicha, por iniciativa de Balbin Aguaysol, nación en 1997 La Fundación Amauta y la escuela Cultural Eco-museo.
La Fundación Amauta es una organización no gubernamental, independiente, sin fines de lucro, ni filiación política, que tiene como objetivo promocionar la participación de la población de Amaicha del Valle en actividades sociales y comunitarias. Los contenidos de los cursos escolares se basan en la recuperación y la conservación del patrimonio cultural. Los programas abarcan una amplia gama de asignaturas, integrando lo que es el currículum oficial y valorizando los aspectos creativos. Se trabaja en seminarios dando importancia a las actividades grupales. La participación de la comunidad en las actividades educativas brinda un espacio y una oportunidad para conocer mejor los problemas y encontrar juntos las soluciones que se adecuen a la realidad local. La Fundación Amauta promueve varias actividades culturales que tienen relevancia turística como la fiesta de la Pachamama, la creación de un centro de informática comunitario, exposiciones de arte, proyectos forestales, actividades en el área de la salud, etc…

La Catamarca

Catamarca
La Provincia de Catamarca tiene diferentes zonas geográficas. Los cordones de las Sierras Pampeanas, de bloques cristalinos muy antiguos, cuyas rocas tienen unos 500 millones de años, llegan hasta la cordillera de los Andes. La región del altiplano andino contiene algunos de los picos más altos de Sudamérica y gran cantidad de volcanes. Esta conformación geológica da origen a importantes yacimientos mineros. Las cuestas en la zona montañosa -también llamadas abras, pasos, puertos o portezuelos- son características de Catamarca. Como la densidad de la población no justifica la construcción de túneles, los caminos, a veces muy angostos, suben y bajan ofreciéndonos espectaculares paisajes. Estos van tramando una red de poblados plenos de tradiciones y riquezas arqueológicas. Merece mencionarse el legado de la cultura indígena en alfarería y metalurgia. Desde unos 2000 años atrás hasta la ocupación incaica hubo culturas que basaron su economía en la agricultura y el pastoreo, construían viviendas circulares con 3 a 6 habitaciones, producían cerámica muy evolucionada y objetos ornamentales en oro, plata, cobre y aleaciones de cobre y estaño.
Catamarca

San Juan y La Rioja

San Juan
Estas dos provincias abarcan la zona centro y norte de los Andes argentinos, limitando al oeste con Chile. Albergan el Valle de la Luna y Talampaya, un sitio sin igual declarado Patrimonio Natural por la Unesco. El primero nos traslada hacia los orígenes de la vida en el planeta. La naturaleza y el paso del tiempo dieron vida a curiosas formas en la piedra. El cañón de Talampaya se extiende por algunas docenas de km. con una altura promedio de 160 m. Además de las impresionantes formas de erosión labradas en los paredones, el sitio es un verdadero yacimiento de arte rupestre. La zona es un yacimiento importante para interesados y estudiosos de geología y paleontología.
San Juan

Mendoza

Mendoza
Mendoza forma parte de las provincias recorridas por la franja precordillerana que llega hasta Salta en el norte, famosa por los vinos que en ella se producen.
En la zona del Valle de Uco – cercana a la hermosa ciudad capital – se encuentran tierras de cultivos y montes de manzanos, perales, durazneros, además de párrales de uvas. A partir del mes de enero comienza el fin del trabajo en los viñedos y las fiestas departamentales, cada una con características propias. El último domingo de febrero, se cierra la Fiesta de la Vendimia con la ceremonia de la Bendición de los Frutos en la ciudad de Mendoza.
Separada del vecino país de Chile por la porción más alta de la cordillera de los Andes que recorre la provincia de norte a sur, Mendoza cuenta con el pico más elevado de América, el Cerro Aconcagua, que atrae a montañistas del mundo entero entre los meses de noviembre y marzo.
En la zona sur, vecina a San Rafael y Malargüe, se agrega a la belleza de la cordillera, el atractivo de embalses y yacimientos geológicos y paleontológicos haciendo de ésta una región excelente para los amantes del turismo de aventura en todas sus formas. Importantes comunidades Mapuche habitan la zona cordillerana.

Caminos de Altamira

Es una propuesta de turismo rural, ubicada en la localidad de La Consulta, San Carlos, Mendoza a 1000 metros de altura al borde de la Cordillera de los Andes. Forma parte del Valle de Uco, oasis centro oeste de Mendoza, irrigado por el río Tunuyán y gran cantidad de cursos menores de agua que lo convierte en un valle muy fértil y agradable para la vida. En un entorno signado básicamente por la vida en el oasis cuyano, es posible vivenciar todo tipo de experiencias rurales, acompañado por genuinos vecinos del lugar, sin maquillaje. Los pequeños productores así vinculamos el desarrollo turístico con nuestro entorno rural cotidiano.
En La Consulta en forma espontánea, como propuesta alternativa de vida a partir de la crisis de 2001, nos reunimos un grupo de vecinos rurales y sumamos esfuerzos para constituir un proyecto que brindara a los visitantes una imagen fiel a nuestra cultura. Quisimos, a su vez, reivindicar el importante trabajo realizado por la mujer, permitir a los jóvenes encontrar objetivos de vida y detener corrientes migratorias que van despoblando el campo.
Luego de mucho esfuerzo, en 2007 nuestro proyecto tuvo un reconocimiento Internacional durante la Feria Internacional de Turismo en Berlín (Premio TO_DO), por el trabajo realizado en turismo rural responsable y el aporte al desarrollo de la localidad en que habitamos y que queremos legar a nuestros hijos.
Caminos de Altamira es en esencia la unión de varias voluntades dispuestas a compartir con los turistas su cultura, por ello se convierte en un producto antropológico, donde la excusa es el campo, pero el interés «su gente». Es un paisaje de aires, colores y aromas donde se puede disfrutar del campo con el tiempo que marca el sol.
Las actividades agrícolas como regar, atar, podar y sobre todo cosechar cerezas, duraznos, peras, manzanas y uvas permiten a los turistas recrearse y significar la vida en el oasis mendocino. Como complemento pueden disfrutarse actividades vinculadas con la vida al aire libre, tales como senderismo, trekking, avistaje de aves, paseos a caballo y en sulky, cabalgatas, globo náutica, etc. de manera que la estancia de los visitantes pueda ser más amena, diversa y prolongada.
Las actividades de la mujer de campo con sus dulces, amasada de pan y tortitas, yerbas aromáticas y otros envasados, cuidado de los animales, etc. le dan al producto un color singular.
En Caminos de Altamira contamos con alojamiento en casas de campo. La gastronomía local es primordial a la hora de disfrutar de nuestras tradiciones, Challa, Carne a la olla, Chivo, Empanadas y Sopaipillas, acompañadas por sabrosas frutas y vinos de excelente calidad de la zona. La tradición artística y cultural locales (cantos y bailes típicos, artesanías, etc.) son el complemento infaltable para enamorar los sentidos de nuestros visitantes.
Mendoza

Cooperativa Guaytamari

La comunidad Huarpe, con una tradición de 8.000 años de historia, originariamente nómade, alcanzaba los 100.000 habitantes cuando llegaron los colonizadores a Mendoza.
Su hábitat se extendía en Mendoza, desde el Norte hasta el río Diamante; San Juan; San Luis y según algunos historiadores, el sur de la Rioja. Influenciado por la civilización Inca, que dominaba la zona antes de la conquista, los Huarpes eran un pueblo pacifico y laborioso que se dedicaba a la caza, la pesca y la agricultura. La técnica del telar estaba incorporada a la vida cotidiana en la fabricación de ponchos y mantas, si como la alfarería y la sestearía. Los dialectos originales, el milllcallac y el alliantac, han perecido en le proceso de aculturación.
Gracias a la acción de Claudia Herrera y Francisco Candido, en los últimos años se ha rescato la identidad cultural y regional del pueblo Huarpe. Concretamente se ha creado una comunidad, Guaytamari, en el valle de Uspallata, cerca del Aconcagua. La comunidad organizada bajo la forma cooperativa conforma una organización basada en el trabajo solidario, que le permite la recuperación de sus raíces y la conservación del patrimonio cultural, arqueológico, arquitectónico e histórico.
En Mendoza hay, en la actualidad 12 comunidades Huarpe reconocidas, entre las que Guaytamari ha sido la primera en obtener la personería jurídica como tal, otorgada por el ministro Nacional de Asuntos Indígenas (INAI).
La Reserva Ecológica “Guaytamari”, que ocupa alrededor de 200 mts, ofrece a los turistas la posibilidad de conocer la flora y fauna autóctona, guanajos y llamas, además de una huerta ecológica de aves de corral, chivatos y corderos, etc. También los visitantes podrán visitar los talleres de la comunidad, de telar y cerámica, así como compartir leyendas populares, historias, folklore nativo y comidas típicas.
En 1994, la Cooperativa Guaytamari crea el cuerpo de los “Guardas del Patrimonio Cultural”, (GUAPUCU), fundamentalmente integrado por jóvenes, que está encargado de la guarda, preservación, conservación y divulgación de la riqueza cultural de la zona. Los GUAPUCU, con sede en el monumento Histórico de la Bóvedas, resguardan la inmensa riqueza arqueológica e histórica de la zona de Uspallata, realizando visitas guiadas a los circuitos turísticos más importantes, armados por ellos mismos, con autorización de la Municipalidad de Las Herías. Según la misma idea funciona el taller de cerámica, que mantiene las técnicas originales de producción. La arcilla y la greda, se moldean y colorean con óxidos naturales y se hornean a leña, rescatando la simbología propia de la región y de otras etnias indígenas que pasaron por la zona. De la misma manera funciona, en forma permanente, el taller de telar, donde se elabora la lana de llama. Los asistentes, que aprenden las técnicas autóctonas, producen sus artesanías que, en general, abastece la avidez de los turistas.
El proyecto de la Cooperativa, que va mucho mas allá que el de un mero emprendimiento económico, intenta “mediante el trabajo solidario, la recuperación de las tradiciones ancestrales que mantenían relaciones de total cooperación” nos dice su presidente Francisco Candido. “Nuestra comunidad, tiene esta forma de vida como una alternativa concreta de subsistencia. Necesitamos rescatar al hombre fragmentado, al hombre de la de esperanza, la soledad y el competivismo deshumano. Siguiendo las enseñanza de nuestro antepasados, basada en el respeto de todos los seres vivientes del planeta, intentamos llegar al entendimiento de que en el circulo de la vida estamos uno al lado del otro – mas allá del rol especifico de cada uno – y es desde allí donde aun se resiste, desde la raíz de la tierra, el respeto por los valores y la cooperación” agrega “Nos conformamos como cooperativa porque es la forma de organización mas cercana a la de los pueblos originarios. El ser cooperativo humaniza la economía” nos dice Claudia Herrera, Vicepresidente de la Cooperativa.
Dentro de las actividades que desarrolla la Cooperativa Guaytamari, nos mencionan un programa radial, “Despertar de raíces”, que se emite por 102.3FM Uspallata, los viernes y sábados, donde gente antigua de la zona cuenta sus propias experiencias, se da información para el turismo y se difunde música folklórica popular y autóctona, dándole prioridad a cantantes mendocinos y latinoamericanos; y la realización de un vídeo, que se produjo con apoyo de la Municipalidad de las Heras, “El sueno de Millcallac” que se proyecta a los visitantes de las Bóvedas y en escuelas y universidades. La actividad de difusión cultural se extiende al recupero de la lengua y del patrimonio cultural y histórico con ciclos de Conferencias, campamentos de música y arte popular con participación de profesores de otras regiones, donde se hace música, danza, murga, literatura, además de cerámica y telar, durante los meses de Diciembre y Enero; la ceremonia de la siembra, rogativa para la siembre para toda la región, durante lo mes de Noviembre; el festival de alta Montaña organizado conjuntamente con la Comisione de alta montaña por la Municipalidad. La comunidad recibió una distinción por el instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (INAES) en la celebración del Día del cooperativismo.

Cordoba

Cordoba
Se encuentra en el centro de Argentina y forma parte de las Sierras Centrales. Se caracteriza por sus sierras precámbricas, pampas de altura, ríos, lagos, embalses y verdes valles y por su clima benigno todo el año. Sus montañas son ideales para iniciarse en los deportes de montaña. El pico más alto, el Champaquí, tiene 2780 m. Es un destino de todo el año, si bien demasiado concurrido en los meses de enero y febrero.
Para descubrir sus encantos hay que recorrer la gran red de caminos y huellas para vehículos y quienes deseen acceder a la montaña y su gente tienen que caminar o valerse de caballos. En las montañas de Córdoba, los serranos están siempre abiertos a recibir al visitante y darle alojamiento como parte de su sistema económico en los “puestos” donde habitan. Estos puestos no cuentan ni con electricidad ni con agua caliente, pero la afabilidad y las comidas típicas que ofrecen compensan con creces la ausencia de comodidades.

Las Sierras de Comechingones

Son una formación precámbrica que se extiende de norte a sur en la zona noroeste de la Provincia de Córdoba. Aquí se encuentra el cerro más alto de Córdoba, el Champaquí, de 2790 metros. El cordón de Comechingones es parte de la Sierra Grande, formada por las altas cumbres, la Pampa de Achala (altiplanicie a 2500 metros) y el macizo de los Gigantes, un imponente grupo de picos escarpados. En el cordón central de las Sierras Grandes se encuentra el recientemente creado Parque Nacional Quebrada del Condorito. La vegetación dominante de la Pampa de Achala son los pastizales de altura con bosques aislados de tabaquillos.
La quebrada que nombra el área protegida es un profundo cañadón desde cuyos bordes superiores se pueden observar casi al mismo nivel el suave planeo de los cóndores andinos. Las Sierras de Comechingones se levantan entre dos valles de fisonomía muy distinta: hacia el este, el Valle de Calamuchita, son sus grandes lagos y pinares; y hacia el oeste, el Valle de Traslasierra o San Javier, con su rosario de pueblitos muy típicamente serranos. En éstos abundan las artesanías y la producción de dulces caseros, aceite de oliva del mejor y un sinnúmero de emprendimientos turísticos para cubrir la más variada demanda. Por sus características, las Sierras de Comechingones son un punto excelente para realizar actividades de iniciación a la montaña. Sus laderas son escarpadas y representan un eslabón importante para luego acceder a montañas más altas.
El clima es caluroso en verano y frío y seco en invierno. Hay un gran porcentaje de días de sol y un microclima muy benéfico para el ser humano. Todas buenas razones para regresar una y otra vez, descubriendo algo más en cada viaje. Los más primitivos habitantes de Córdoba fueron los Comechingones, que se llamaban a sí mismos caminares (serranos). Eran buenos agricultores y utilizaban el riego para sus cultivos. Criaban vicuñas, guanacos y eran cazadores. Vivían en cuevas o cavernas. Actualmente esta raza de hombres altos y gruesa contextura ha desaparecido, sus descendientes se mezclaron con los españoles.
Quedan pocos vestigios de su cultura, pero caminando por las Sierras, suelen encontrarse cuevas habitadas por ellos y ocasionales morteros en los ríos que bajan de las cumbres. Sus descendientes más cercanos, tanto por ascendencia sanguínea como por forma de vida, son los serranos que aún habitan laderas arriba y en la mismísima Pampa de Achala, lejos de la luz eléctrica y otras comodidades de la vida moderna. En las anécdotas que cuentan parcamente a quienes los visitan dan cuenta de un espíritu y austeridad que va perdiéndose a medida que se baja al valle y las ciudades.

Las Estancias Jesuíticas

La campaña de evangelización de los jesuitas que llegaron a Córdoba dejó el legado de las estancias jesuíticas, singular patrimonio histórico que ha sido declarado de interés de la humanidad por la Unesco. En este viaje lo invitamos a recorrer estas estancias desperdigadas por el territorio cordobés. La Manzana Jesuítica en la Ciudad de Córdoba, cuyo proyecto cultural era sostenido por el sistema económico desarrollado en las diferentes estancias rurales; la Estancia Santa Catalina cerca de Cerro Colorado, donde se han encontrado pictografía de los indígenas sobre paredes rocosas; la Estancia de Jesús María, dedicada a la producción de vino, que cuenta con un Museo Jesuítico; la Estancia de Colonia Caroya, la primera adquirida por los jesuitas en 1616; y la Estancia de Alta Gracia, donde se fabricaban campanas.
Cordoba

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