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Rapida historia de la Argentina

Argentina es el país de la diversidad y el contraste; un país pleno de recursos naturales, tierras vírgenes y grandes centros urbanos. Sus paisajes y climas son tan variados como las culturas de los pueblos indígenas que fueron sus primeros pobladores y como variadas fueron las sucesivas inmigraciones, especialmente europeas, que se produjeron entre los siglos XVI y XX, a partir de las cuales fue surgiendo una población muy heterogénea teñida de añoranza y vitalidad. En el siglo XVI, con la llegada de los españoles, comenzó a formarse una población mestiza muy desigual, ya que de por sí la población indígena se diferenciaba grandemente, cada pueblo tenía y tiene su cultura particular.

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En el momento de la llegada de los europeos, la cultura y economía de los indígenas se encontraba en un estado muy desigual. En los paisajes montañosos andinos los quechuas conquistaron una posición predominante en el siglo anterior a la conquista. Los indígenas practicaban cultivos intensivos en la zona de la Puna, en el noroeste argentino. También era importante la cría de la llama en los Andes Centrales. Los guaraníes, en la zona de la Mesopotamia eran agricultores pero no conocían los cultivos intensivos. En cambio, los habitantes de la Pampa, a orillas del Río de la Plata, eran nómades, no conocían ninguna clase de cultivos, vivían casi exclusivamente de la caza (guanacos y venados) y de la pesca, a pesar de que el territorio era adecuado para la agricultura.
Durante la época colonial, los españoles no lograron en ninguna parte transformar los métodos económicos de los indígenas de una manera radical. Dondequiera que se pretendió introducir entre los indígenas un nuevo sistema económico, el experimento fracasó. Los indios nómadas de las Pampas prefirieron luchar hasta el último hombre antes que transformarse en cultivadores al servicio de los españoles. Esta mentalidad del indígena de la Pampa llegó a contagiar a los europeos que se establecieron, pues a fines de la época colonial, el trabajo de agricultor era una ocupación despreciable, no sólo en el concepto del indio, sino de los mestizos y blancos.

Fortin

En la primera etapa de colonización, se formó el concepto de frontera, existía un claro límite entre las colonias españolas y la tierra de los indios libres. La ubicación y los desplazamientos de esta frontera de los indios resultaron de suma importancia para el curso de toda la evolución del paisaje cultural. Hasta el siglo XIX no hubo un avance significativo de esta frontera en la Pampa (alrededores de Buenos Aires) hacia el territorio de los indios. En el territorio ocupado comenzó a transformarse el suelo, no sólo por la importación de especies europeas sino del ganado vacuno y caballar que fue expulsando al guanaco y al ñandú animales propios de la zona. A fines de la época colonial la flora y la fauna de la Pampa se habían transformado radicalmente. No fue menos radical la transformación que los habitantes de la Pampa sufrieron durante este período. Los españoles se habían adueñado de las mejores regiones a orillas de los ríos de la Plata y Paraná, mientras que los indios debían vivir enteramente una vida de cazadores. La inestabilidad del oficio los obligaba a cambiar de lugar de residencia y a vivir aisladamente. Es en este momento que el uso del caballo se les hizo indispensable.
La introducción del caballo fue una influencia decisiva para el modo de vivir de los indios, desarrollaron además un vínculo muy estrecho con este animal y un método de doma propio, totalmente pacífico, en el que la paciencia y el poder de persuasión jugaban un papel decisivo. También la constitución física de los habitantes de la Pampa llegó a transformarse. Los españoles procreaban mestizos con mujeres indígenas y los indios llevaban consigo a las mujeres y niños blancos que lograban robar durante sus asaltos para incorporarlos a sus tribus. Los rasgos físicos de los gauchos (producto de la unión entre el indio y el europeo) de un lado de la frontera y los de los indios libres comenzaban a igualarse más y más. Los españoles trataron de dominar a los indios por métodos pacíficos, ofreciéndoles un lugar dentro de la frontera, a cambio de entregas de comida. Así una parte de ellos, se estableció en las estancias (territorios administrados por los españoles y dedicados casi exclusivamente a la ganadería en aquella época) dejaron de atacar a los españoles e incluso, los ayudaban a defender la frontera de los indios libres. El estanciero y el gaucho comienzan a convivir, este último como empleado del primero. Esta relación perdura hasta nuestros tiempos.
Hoy en día, aunque la moderna inmigración europea prevalece desde hace mucho en la Pampa sobre la antigua raza mestiza colonial, el gaucho sigue ocupando un lugar en el folklore popular por su resistencia, valentía y sentimentalismo. El libro que lo exalta es el «Martín Fierro», de José Hernández, lectura obligada de todo argentino. En la actualidad, realiza actividades relacionadas con la ganadería y la talabartería, fundamentalmente. Las estancias sobreviven principalmente en la actividad ganadera. En algunos casos, sobre todo en la provincia de Buenos Aires, en Córdoba y en la Patagonia, algunas estancias han abierto sus puertas al turismo, ofreciendo alojamiento en \»el casco\» (casa principal), comidas típicas e incluso participación en actividades propias del campo. Los inmigrantes españoles de los primeros tiempos tenían la costumbre de plantar unos cuantos árboles alrededor de la casa y ésta disposición es conservada en las estancias actuales de Argentina.

Casa Rosada
Desde la conquista hubo en el territorio argentino muchos personajes -indígenas, mestizos, europeos – que lucharon en busca de la integración y la libertad de los pueblos sin distinción de etnias. Valerosos caciques indígenas; San Martín, mestizo, nacido en el territorio de las misiones, héroe de guerra y libertador; Güemes, gaucho con profundo amor por el mestizaje y la libertad, defensor de los derechos de los más débiles, patrón de estancias, cuestionado por los de su misma estirpe; Mariano Moreno, intelectual que puso sus ideas al servicio de la República Argentina; el Perito Moreno, un aristócrata que dedicó su vida al estudio de la naturaleza y a la exploración de la Patagonia con absoluto respeto por sus habitantes, gran amigo de los indios, luchador por la integración y fundador de parques nacionales son sólo a algunas de las personas por mencionar que decidieron enfrentarse -cada una según su ámbito de acción y estilo- a la fuerza de la codicia y la avidez de poder, despertadas en el continente americano.
Recién en el siglo XIX se inició la inmigración europea masiva, alemanes, italianos, españoles, polacos, etc.. Centenares de europeos comenzaron a llegar buscando una tierra próspera que no les escatimara recursos y posibilidades de desarrollo. Muchos se dirigieron hacia el interior del país, a las provincias de Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ríos o Mendoza, donde dieron inicio a una actividad agrícola importante. En esta época también se desarrolló la conquista de la última frontera en el extremo sur del país y el exterminio de los indios asentados en estas zonas que hasta ese momento habían resultado inaccesibles. Como resultado, las actuales omunidades indígenas sobrevivientes son escasas y algunas se encuentran en zonas montañosas o de difícil acceso. Viven en condiciones de marginalidad y pobreza, subsistiendo a base de una economía agrícola y a la producción de objetos artesanales.
A las inmigraciones de fines del siglo XIX, se agregaron importantes inmigraciones en el siglo XX, especialmente en los años posteriores a las grandes guerras. Estos grupos buscaron permanecer juntos, conservando las mismas costumbres de sus lugares de origen. En la ciudad de Buenos Aires, aún hoy, existen barrios, como La Boca, donde se concentraron inmigrantes italianos, especialmente genoveses, que aún conservan férreamente sus tradiciones. En la provincia de Entre Ríos y Córdoba se radicaron comunidades de origen alemán. Muchos polacos se radicaron en Misiones. Actualmente hay pueblos galeses en la Patagonia.

Puerto Madero

La crisis

La pregunta más recurrente es: ¿Y ahora hay mucha miseria en Argentina? La respuesta es bastante compleja, ya que frente a aquello que se escucha (o se escuchaba) en los telediarios, la situación no pareciera totalmente desastrosa.
La impresión que se tiene es que la gente ha encontrado igual un modo de arreglarse.
Lo peor ha sido sin dudas la devaluación del peso. El costo de la vida se ha mantenido casi constante, al igual que los salarios. Pero la pérdida de la paridad peso-dólar significó un aumento en muchos bienes y servicios. En el invierno de 2004 el aumento de las tarifas de los servicios públicos privatizados causó alarma en las economías familiares. El aumento del precio del dólar provocó un boom de las exportaciones argentinas sobre todo de los productos tradicionales del agro. Un carrete de fotografías cuesta de hecho casi como un almuerzo en un restaurante de categoría media-alta. De este modo muchos bienes se han convertido en objeto de lujo, sobre todo los importados o irónicamente aquellos que se exportan, como el caso de la miel que se ofrece en el mercado interno a precios internacionales.
Ante todo esto se ven muchos pequeños signos de malestar, pero por lo general existe una creatividad y una capacidad organizativa digna de elogio. Así nacieron los llamados comedores populares en los barrios más pobres. Muchas personas se organizaron para hacer compras comunitarias a precios más bajos. Paralelamente a la crisis nació el Club del Truque, un espacio donde la gente intercambia productos y servicios. En el peor momento de la crisis cuando el dinero circulante era escaso, algunos grupos se organizaron para intercambiar productos sin que mediara el dinero, remplazándolo por los llamados “créditos”. Esto permitió a mucha gente mantener vivas sus economías al margen del sistema capitalista y apuntaba fundamentalmente a que cada persona encontrara sus propios recursos para ofrecer, para así sentirse útil en un medio que lo marginaba. En la actualidad el Club del Trueque ha mermado sus actividades, si bien algunos “nodos” siguen activos.
Además las circunstancias económicas, sociales y políticas actuales han reactivado el interés de muchos argentinos descendientes de españoles, italianos y otros países de Europa por buscar «nuevas oportunidades» en los países de origen de sus antepasados. En este momento, estamos asistiendo al fenómeno del «retorno»: sin embargo, para comprender plenamente este movimiento y sus implicaciones deberemos esperar algunos años.

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